Hoy reflexiono sobre la diversidad y variedad que hay en nuestro planeta tierra. Observo a las personas que pasan por la calle frente a mi ventana y pienso en ¿cómo será su vida? ¿Qué lo hace o la hace ir tan rápido de un lugar a otro?, ¿qué estará pensando, sintiendo? ¿Qué temas querrá resolver o cuales le quitaran el sueño en la noche?
Cada persona es un universo entero
Miro al muchacho con discapacidad, caminando con dificultad, tomando una coca cola con sus dos manos, a su lado su papá, un anciano delgado un poco encorvado con la cabeza gacha, mirando al piso pero con una mano en la espalda de su hijo, asegurándose de que no se caiga… ¿qué pensarán cada uno? ¿Qué sentirán?
El muchacho parece feliz, se esfuerza por tomar la coca cola y no derramarla, pero su papá parece cansado, preocupado. Desde aquí los observo y puedo inventar una historia sobre sus vidas, sus deseos, sus miedos, pero solo ellos saben realmente lo que pasa en su interior.
Todos tenemos en nuestro interior, un espacio donde nadie puede entrar, ese espacio se llama conciencia, es allí donde tenemos la más íntima conversación con nosotros mismos. Es aquí, donde debatimos con nosotros mismos sobre las situaciones de nuestra vida cotidiana y tomamos las decisiones de nuestro día a día.
Es por ello, que se vuelve absurdo que vaya por la vida, asumiendo que sé todo lo que los demás sienten, sueñan y desean, puedo pensar que me las se todas porque me siento especial y tengo intuición, pero la verdad es que no tengo idea de lo que sienten y desean las personas, ya que en ese espacio íntimo es donde se encuentran todas las preguntas y respuestas de cada persona. Además, si asumo que se lo que siente el otro, me cierro a explorar la diversidad que la vida tiene.
La vida es una grandiosa aventura, hecha para que cada persona descubra su propio potencial, logre sus sueños, sea lo que quiera ser.
Antes de mirar hacia afuera e inventar las historias de los demás, decidí mirar hacia adentro y explorar mi propia historia. Hay tanto de mí que no conozco, tanto de mí que me falta descubrir, que no puedo perder el tiempo mirando la vida de los demás. ¿Sabías que esta vida tiene fecha de vencimiento? pero ojo no me refiero a ser indiferente con el prójimo, me refiero a dejar de meter la cuchara en la vida de los demás cuando no te piden opinión.
Me he dado cuenta que cada persona vive su vida de acuerdo a su contexto, a sus creencias y a sus sentimientos, y eso es precisamente lo que hace la vida tan fascinante.
De vez en cuando sólo por el placer de hacerlo, escucha a alguien hablar de su vida con detenimiento y percibe como vive, descubre la variedad en su historia, y date cuenta de lo fascinante que es, con todo y sus problemas y las cosas buenas que le suceden. Te darás cuenta que el universo entero está en cada uno de nosotros. Que emitir juicios es una perdida de tiempo, que detrás de cada cara que vemos hay una profunda razón de ser y existir.
Si lográramos aceptar que cada quién es perfecto y sus historias son perfectas, aunque no tengan sentido para nuestra lógica, creo que podríamos ser más felices. Después de todo, la felicidad es un estado de conciencia, y depende únicamente de cómo nos sentimos.
Si dejáramos vivir a los demás como quieren y no estuviéramos pensando en lo mal que hacen las cosas estoy segura que la paz reinaría en nuestro ser, entonces entenderíamos que siempre, siempre tenemos control sobre lo que sentimos y no sobre las circunstancias y opiniones de los demás. Viviríamos y dejaríamos vivir.
¡Cada vida es una historia, única, irrepetible y completamente necesaria!
¡Hasta la próxima!
Jany Agostini
[…] Porque cada vida es una historia. […]