Si vives en la ciudad de México, sabes que los temblores o movimientos telúricos son constantes y desde 1985, los citadinos quedaron sesgados por la desgracia que ocasionó el terremoto, que acabó con una parte de la ciudad y muchas personas perdieron la vida.
Yo tengo 13 años viviendo en México, de los cuales 11 he estado en la ciudad. He vivido muchos temblores en este tiempo, algunos más intensos que otros, pero ninguno de la intensidad del que sucedió el pasado 19 de septiembre de 2017.
Tres años antes, el 19 de septiembre, recuerdo que se hizo un simulacro de evacuación y se encendió, para mí, por primera vez, la alerta sísmica. La alarma se escucha en toda la ciudad, desde casi cualquier punto. Recuerdo que ese día al escuchar la alarma, debíamos salir organizados de donde estuviéramos y colocarnos en el punto de seguridad, es decir, alejados de cualquier cable eléctrico y fuera de las banquetas (aceras), había que mirar hacia arriba y mantener la calma. Cuando se activó esa alarma ese día, sentí una angustia espeluznante.
Mi primer pensamiento fue, si no me mata el terremoto, esta alarma sin duda lo hará. La alarma tiene un sonido muy específico y gracias a como está conectada, suena por varios medios de comunicación. Cómo son las bocinas en la calle, la radio y la televisión. Lo bueno es que solo se activa si detecta un sismo de 6 grados en adelante y si el epicentro está cerca de la ciudad, en los puntos donde tradicionalmente se registran. Digo lo bueno, porque en este país tiembla cada minuto de acuerdo al sismológico nacional, pero son sismos de poca intensidad y casi nunca se sienten.
Lo cierto, es que esta alarma te regala unos 50 segs aproximadamente, desde que empieza a sonar y comienza a temblar. Lo cual, aunque no lo creas es bastante tiempo para moverte a una zona segura.
Antes de la alerta, nos enterábamos que iba a temblar cuando ya estaba temblando y la verdad es que cuando ya empieza el temblor no hay mucho que hacer, más que quedarte quieto y esperar que termine y ubicarte en el triángulo de seguridad que tengas en casa.
Sin embargo, a pesar de lo bueno que es poder escuchar la alarma/alerta, la emoción que detona en mi es de ¡pánico! Por una parte sé que tengo tiempo para agarrar lo que necesito y activar el protocolo de seguridad que en casa hemos diseñado. Es decir, tomar lo básico: la mochila/bolso que está en la puerta de salida, la cual debe tener todo lo indicado por los entes de seguridad, zapatos (si no los traes puestos) una chamarra (chaqueta), celular y las llaves. Abre la puerta, la cual no debe tener más que el pasador puesto, baja las escaleras (estamos en el segundo piso) y luego corre por el pasillo del edificio hasta llegar al punto de seguridad, que es en el estacionamiento (el cual está libre de cables eléctricos y comparte muro con un fraccionamiento horizontal, es decir, casas) ya que estás ahí espera que pase el movimiento un rato y está atento a las noticias a través de las redes sociales.
El miedo que siento, al principio es paralizante, mi primera reacción es decir: ay no, ay no, ay no… inmediatamente después mi mente busca todo lo que se supone que necesito. Muchas veces, no lo recuerdo y simplemente agarro lo que tengo a la mano. Acto seguido corro hasta el punto de seguridad. Al llegar a ese punto, en ese momento, siento que mis piernas no responden, mi corazón va a mil, siento ganas de llorar y muchas veces empiezo a temblar. En este punto, ya no sé si está temblando afuera o si solo soy yo. Normalmente, me quedo viendo a los árboles o a los carros a ver si se mueven cómo yo siento.
Después de que todo vuelve a la calma, el susto me dura un rato. Y pienso, ¿qué sucede en mí para que esto me cause tanto pánico? Cómo buena buscadora de respuestas que me considero ser, no puedo quedarme con lo que todos dicen. Verás, mi mente racional siempre toma el control, después de pasar el primer segundo de parálisis, busco lo que necesito y corro hasta el punto de seguridad. Sin embargo, mi mente emocional me paraliza y me hace sentir que sólo quiero llorar.
¿De dónde viene esta angustia? ¿Por qué reacciono con tanto miedo? ¿Qué es lo que realmente pasa en mi interior? Responder estas preguntas no es fácil, pero después de una profunda reflexión y conexión conmigo misma, mi conclusión es que la reacción viene de la mezcla del miedo del inconsciente colectivo, (todos los mexicanos que vivieron el terremoto del 85 reaccionan parecido) y el miedo inconsciente que tengo a dejar de existir.
Al no ser mexicana no tengo la experiencia del 85 en mi base de datos mental. Sin embargo, reacciono cómo si lo hubiera vivido y siento que esa alarma anuncia el fin.
En mi subconsciente pienso ya no voy a existir, todos mis sueños, deseos y lo que pienso que debo lograr y hacer ya no lo podré hacer, ya ni siquiera voy a tener este cuerpo que me gusta. Además, pienso que puede doler mucho físicamente, que me caiga un edificio encima. Aunque, muchos dicen que por la velocidad en que pasan las cosas es muy probable que ni me entere y no sienta nada.
El hecho, es que me da miedo dejar mi vida como la tengo ahora, aunque no sea la mejor vida, es la vida que he construido hasta hoy y estoy muy apegada a ella. El hecho de pensar que puedo perder lo material que hay en mi vida, incluyendo el estar viva, me paraliza de miedo, me hace sentir cosas que no puedo describir con palabras.
Ahora que reflexiono, y que entiendo esto del apego que siento por lo que pienso que soy. Me doy cuenta de que esta es la base del sufrimiento que experimento en mí día a día (el apego que siento a lo que pienso que soy). Si tan solo pudiera comprender que todo lo que soy, ya lo soy y lo que he vivido y obtenido ya es parte de mí. Podría liberarme de la emoción paralizante cuando suena la alarma y salvar mi vida sin el miedo de perderla, pues todo lo que soy y todo lo que tengo ya es parte de mí y no lo puedo perder si ya está en mí ser.
Yo puedo decidir cómo quiero vivir cada experiencia. Para explicarlo mejor cito al Dr. Alfonso Ruiz Soto quién en todos sus cursos, nos dice que la base del sufrimiento es el apego y nos regala esta maravillosa frase: “Nada ni nadie me pertenece y yo no le pertenezco a nada ni a nadie”. Y si soy muy racional al respecto, sé que estoy aquí de paso y nada, ni mi cuerpo me voy a llevar. ¿Entonces? ¿De qué me preocupo?
Ahora, la pregunta es ¿cómo vivir sin apegos? Cito textualmente el verso 12 del Tao Te Ching de Lao-Tsé para responder esta pregunta y lo dejo a la reflexión de cada quién:
Los cinco colores enceguecen la vista. Los cinco tonos ensordecen el oído. Los cinco sabores embotan el gusto. La persecución y la cacería desquician las mentes de las personas.
Desperdiciar energía para obtener objetos raros, solamente impide el crecimiento personal.
El maestro observa el mundo, pero confía en su visión interior. Él permite que las cosas lleguen y se vayan. Prefiere lo interior a lo exterior.
Permitir que las cosas lleguen y se vayan, eliminaría el sufrimiento humano… ahora empiezo a entender… percibo el inicio de una nueva aventura…
Me ha parecido fascinante este artículo.Indudablemente que el miedo,aunque parte desde nuestro interior, debido a procesos químicos que se desarrollan en nuestro cerebro y están lejos del control de los seres que no tengan la preparación formal que se requiere para dominar esta sensación estremecedora y que de alguna manera, nos hace tomar decisiones y reacciones tipicas de las circunstancias y en el momento exacto; Todo ese fenómeno, está dentro del código genético de la mayoría, sino todas, las especies que habitan este planeta. LO podemos llamar Evolución, yo lo llamo Dios y dado a que es un ser magnífico y amoroso con toda su creación, tiene la tendencia a protegernos frente a las fuerzas externas que superan nuestra capacidad. Ahora bien, somos los únicos seres conscientes dentro del micro universo en el que nos desenvolvemos y nos hemos acostumbrado a todo o casi todo, menos al miedo. Observa todo lo que has tenido que aprender fuera de la universidad para despertar desde lo más hondo de tu ser y empezar a entender, controlar y modificar al miedo en su esencia…. Que persona tan maravillosa eres, tienes vida garantizada para mucho más allá del tiempo, tal y como lo conocemos. Hace unos días leí una cita de Tony Robins que dice: El deprimido vive en el pasado, el que sufre de ansiedad vive en el futuro, así que vive tu presente y disfrutarás tu trayecto por este plano…
Lo que conocemos como «Vida» es sólo un medio de transporte, un instrumento valiosisimo, un presente de nuestro Creador, para hacer un magnífico viaje por la verdadera VIDA que hay fuera de esta burbujita azul en la que hoy moramos. Otros, igualmente valiosisimos, como tú, ya lo hicieron, Cristo entre otros, algún día tendremos la oportunidad de conversarlo con él directamente.
Te seguiré leyendo y seguiré aprendiendo.